No empañemos el agua.
Carne de gallina.
De barro.
A una razón.
Cantar.
Valpolohizo.
Corazón.
Igual.
Paso a paso.
Riendo para no llorar.
La carne de gallina 2.
La 30 York.
Carne de gallina.
Vamos los dos.
Ángel de la cuadra.
Derramar.
Sal fuera.
Corazón con condón.
La noche buena.
Que salgan los dragones.
Es rápido el sentido.
NN.
El espiral.
A sus 25 años, Chinoy (Mauricio Castillo), oriundo de Placilla, puerto de San Antonio, Chile; está iniciando su despegue en el mundo de la música independiente. Su potencia, radicada en su singular voz, letras e interpretación, se refleja en las casi cien composiciones a su haber. Actualmente radicado en Valparaíso, es posible verlo en presentaciones que se suceden y difuminan de boca en boca con el rumor del mito. Chinoy comenzó en la música a los 15 años en la movida punk de su natal San Antonio. En esos años (1997) dio vida a su primera banda: Don Nadie, una mezcla de influencias del punk y de los días duros del puerto, con amigos en las esquinas y buscando el lugar propicio para explotar al amparo de temas de su autoría. Entre ellos destacan Directo, Día de vagos, Camino a Bellavista o El Absurdo. Tocando en bares, sindicatos, plazas públicas y casas de amigos, fue construyendo su forma de componer, interpretar y pararse en el escenario, siempre con líricas crudas y melodías que quedaban en la retina de quien lo escuchaba. En 2000 viajó a probar suerte a Argentina, donde permaneció por 6 meses y donde fue segunda guitarra de Diadema, banda punk-metal de Bahía Blanca, Buenos Aires. De vuelta en Chile, permaneció en San Antonio dedicado a la pintura y a componer sus canciones de manera acústica, momento en el que apareció la primera andanada de canciones que conforman el repertorio actual de Chinoy.
Riendo Para No Llorar
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